En estos días parece una tragedia sentirnos solos
y cuando debemos enfrentarla nos engañamos llenando este espacio (que es parte
de la dinámica de la vida) con mucho trabajo, nuevos proyectos, horas extras y
toda clase de actividades que nos impidan sentir.
Y es que la soledad es un sentimiento, una
percepción. Es por esta razón que las personas en ocasiones se sienten solas
rodeadas de mucha gente. A veces vemos la soledad como un castigo y realmente
lo que sentimos es una gran inconformidad con la compañía de otros, porque no
sabemos qué es lo que queremos, tampoco entendemos que es lo que sentimos, a
veces solo estamos apegados a personas, cosas o a un pasado que nos impide
disfrutar de los pequeños placeres de la vida que nuestro presente nos ofrece
día a día.
La soledad siempre llega acompañada de la tristeza
y el miedo, que nos sumerge en el pensamiento de que fuimos abandonados y es
entonces cuando nuestro ego se encarga de hacernos sentir cómodos en el mundo
de las victimas torturándonos en el daño que supuestamente alguna vez nos
hicieron.
Pues cuan equivocados estamos. La soledad es un
maravilloso período que Dios nos da de vez en cuando para conectarnos con
nuestra alma, valorar lo que somos, lo que sentimos y lo que tenemos y así
transformar nuestras debilidades y convertirlas en fortalezas y a partir de
este momento nos reconectamos con la vida y con nuestra Chispa Divina a través
del amor y la alegría transformando la tristeza y el miedo.
Tengamos presentes que la soledad es un tiempo
para sentirnos libres, para consentirnos y para amarnos.
La felicidad es una decisión personal y la soledad
una oportunidad para crecer y volver a disfrutar y celebrar la vida.
Recordemos que somos seres únicos e irrepetibles
enorgullezcámonos por ser quienes somos. Tenemos el poder de decisión en
nuestras manos estemos donde estemos.
Un Abrazo De Luz
Nagibe.
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